Adelgazamiento en familia

No es necesario ser una comunidad científica para afirmar esto… Pero a veces no nos acordamos de estos pequeños detalles: Es «injusto» estar toda la gente a comer un determinado plato de comida, por ejemplo una porción muy grande de un pastel de chocolate, y tener al niño en cuestión a comer algo de lo que ni siquiera le gusta. Así no hay tratamiento contra la obesidad que resista.

El éxito del tratamiento de la obesidad infantil debe basarse principalmente en un programa que incluya la participación familiar, las modificaciones de la dieta, la planificación de actividades y los componentes del comportamiento, incluida la práctica de los ejercicios físicos.

Un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition de junio de 1998 concluyó que el tratamiento de los niños obesos teniendo exclusivamente a los padres como agentes de cambio mostró resultados mejores que el tratamiento individualizado de niños. En este estudio, solamente los padres o responsables fueron orientados y la planificación alimentaria de la familia en su conjunto fue evaluada y modificada.

De esta forma, los niños obesos no se sintieron marginados y lograron un mayor éxito en la pérdida de peso. Esta forma de enfoque no siempre es posible, pero se considera muy importante que toda la familia participe siempre en el proceso de adecuación alimenticia, para que esa dieta no sea tan desagradable para el niño y para que no tenga que privarse de la compañía de la familia durante las comidas.

El tratamiento de los niños obesos debe ser hecho por el médico de familia en conjunto con un nutricionista, puntualizan Clohed, especialistas en cirugía de la obesidad y tratamientos como el bypass gástrico y la banda gástrica. Hay algunas modificaciones en la rutina familiar que pueden hacer una gran diferencia para ayudar al niño a adelgazar sin mucho sufrimiento, como las siguientes:

  • Preparar las comidas de manera que puedan ser saboreadas por toda la familia, para que el niño no se siente excluido.
  • Servir las comidas en porciones controladas, en lugar de colocarlas en traviesas, para evitar el consumo de grandes cantidades y la repetición de los platos.
  • Hacer que las porciones parezcan mayores usando platos más pequeños y colocando gran cantidad de alimentos de bajo valor calórico, como lechuga, berro, tomate, palmito.
  • No preparar salsas ricos en grasas y no poner sobre la mesa mayonesa, requesón, jaleas, mantequilla.
  • Controlar el ambiente doméstico a fin de que los alimentos muy calóricos no sean accesibles.
  • Mantener siempre el frigorífico con frutas, leche y yogurt desnatado, hortalizas, legumbres y gelatinas.
  • No criticar al niño a la mesa, para que no descarte las frustraciones en el plato de comida. Si se acostumbra a comer demasiado por otras razones que no el hambre, probablemente seguirá haciéndolo por el resto de su vida.
  • Enfatizar siempre lo positivo, es decir, dar una mayor importancia a lo que el niño puede comer, y no al que no puede comer.
  • Elogiar siempre cualquier progreso que el niño esté haciendo, estimular al niño a practicar alguna actividad física, como andar en bicicleta, patines, caminar, nadar, jugar fútbol, ​​etc.